PRIORIDADES PARA EL
HOMBRE Y LA MUJER NUEVOS
Celebrar que estamos vivos.
Ninguna cosa es más importante que eso.
Dar gracias por mantener esa
fuerza interior que se llama voluntad frente a los avatares de la vida, que son
muchos y muy variados. Cada uno, a su manera, tiene su propio infierno.
Regocijarse con la
alegría que aún se guarda, con la risa espontánea de cada mañana y esa
carcajada que nos sorprende.
Respirar hondo y brindar porque
todavía se puede caminar, acelerar el paso, sentir que bulle adentro el
entusiasmo y persiste, pese a todo, la ilusión de un proyecto nuevo.
Alegrarse de estar rodeados de
otros seres humanos capaces de expresar su afecto por nosotros y dispuestos a
recibir todo nuestro caudal de cariño genuino.
Agradecer que podemos escuchar a
los demás con verdadera atención, para que ellos puedan oírnos a nosotros.
Festejar la belleza en todas sus
formas, la que se ve y aquella que es invisible a los ojos.
Recobrar la esperanza de un
futuro mejor y no olvidar que él depende de cada uno de nosotros.
Recordar a todos aquellos que, de
una u otra manera, han pasado por nuestras vidas dejándonos alguna impronta. No
olvidar que cada uno trajo un mensaje importante.
Reflexionar. Parar un poco esta
pelota saltarina que nos lleva de aquí para allá. Sentarse con calma a revisar
los actos, comportamientos y actitudes cotidianos. Hacer un balance y dejar en
la orilla lo que no sirve más, para continuar el viaje sólo con los pertrechos
indispensables.
VIVIR EL PRESENTE, INSTANTE A
INSTANTE, TAL COMO SOMOS, SIN TRAICIONARNOS NI ESTAFARNOS, con el simple
objetivo de ser cada día mejores personas.
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